Relato XVII: Treinta días
Amanecía un miércoles primero de septiembre, en el cielo grandes nubarrones grises eran como un mal presagio para este inició de campaña; al este, el sol ya anunciaba el inicio de un nuevo día. Todas las tropas allí reunidas interactuaban y departían a gusto como preparándose para la inevitable empresa que les aguardaba y correspondía asumir: Su valor y compromiso así se los dictaba a algunos, el patriotismo a otros. Cuando el reloj marcó las 0700 todos los soldados, desplegados en la hierba: sentados sobre sus maletas algunos, en cuclillas otros mas, se colocaron firmes y en marcha ante la orden del comandante al mando. Trescientos hombres presentes se dividieron en doce pelotones de veinticinco hombres, cada uno al mando de un superior encargado de velar por el orden, desempeño y cumplimiento de aquellos a su mando. En un instante, aquél lugar pasó de estar habitado por tres centenares de soldados a solo dos secciones de las compañías anteriormente formadas. El teniente al man