Relato I: A prueba

                                                                                                        Pintura de Adam Riches


Desconozco cuanto tiempo llevo aquí, también la razón que motivaría a la persona o personas que decidieron arrebatar mi libertad..
¿Por qué hacerle esto a un ser humano? En que cabeza cabría tan espeluznante, vil y cobarde idea capaz de atentar contra la integridad tanto física como mental de una persona.


El lugar es difícil describirlo a simple vista debido a la falta absoluta de luz, tanto eléctrica como natural. Por ello, el resto de sentidos fueron los encargados para así poder conocer este entorno. 

Unos veinticinco metros cuadrados aproximadamente sería su tamaño total, paredes forjadas en acero posiblemente, lo cual me hace creer que me encuentro en una especie de búnker o refugio nuclear, de no ser por la constante filtración de agua que al mezclarse con el suelo árido genera una fangosidad que se apodera de toda la superficie del cuarto.


Mis heces, que procuro enterrar para evitar cualquier rastro de suciedad, salen a flote debido a la inundación que persiste por horas. Pasadas estas, toda filtración se esfuma como si fuese controlada.

El hambre y la sed se mantienen durante cierto periodo. Días tal vez, en los que los primeros síntomas de gastritis aparecen, pero que no se mantienen gracias al alimento que me proporcionan directamente al estómago, a través de un tubo conectado a mi vientre.


En ocasiones pienso que esto debo merecerlo, pero al momento de reflexionar no encuentro en mi memoria alguna acción nefasta que hubiese desatado un deseo de venganza. 

Existe la posibilidad que haya sido un malentendido la raíz de todo, siendo que en este mundo abundan las personas sensibles. 

Sumándose al hambre y sed por días, está la falta de sueño. Debido al ambiente en el que habito, en el que la humedad, fetidez y el frío. Impiden el lograr conciliar descanso alguno. . Las noches de insomnio se sienten perpetuas. 

Han pasado cerca de dos semanas, el hambre acumulado además de la gastritis que consume poco a poco mis entrañas, mi estado pasa a ser deplorable. 

Me siento como los restos vivientes de una criatura que estuvo toda su vida en cautiverio, el sudor frío y la fiebre afloran. .


Cuando toda esperanza desaparecía el conducto encargado de administrarme alimento comienza a trabajar. Pero es tarde, de mi estómago no resta mucho, y los latidos del corazón se sienten menos. 

De repente, una luz se manifiesta en el cuarto acompañada de una silueta humana. Al final, el sonido de un disparo.

Comentarios

  1. Debes escribir una novela, porque no dejan indiferente estos escritos. Un saludo.

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    1. Una novela es todo un compromiso y responsabilidad. De hecho tengo el tema para una que abordaría el ultimo contagio de peste negra en Marsella, Francia. Tras el arribo de un buque mercante.

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