Reseña: El cuento de la criada, de Margaret Atwood

                                              Ilustración del libro en la que se puede apreciar la división social por colores.


Bastaron dos capítulos, con tan solo ello fue suficiente para apreciar como Margaret Atwood consigue mantener la tensión en todo momento. La autora ademas destaca en su narrativa, con descripciones al detalle, minuciosas y explícitas, lo cual concede a la narración un ritmo vertiginoso y audaz, consolidando la forma sobre el contenido:

>>Una silla, una mesa, una lampara. Arriba, en el cielo raso blanco, un adorno en relieve en forma de guirnalda, y en el centro de ésta un espacio en blanco tapado con yeso, como un rostro al que le han arrancado los ojos. Alguna vez allí debió haber una araña. Pero han quitado todos los objetos a los que pueda atarse una cuerda.<<

Descripciones que mientras avanza el relato, se van tornando mas vehementes, con un grado que retrata lo mísero, melancólico y caótico de la trama:

>> Una cama. Individual, de colchón semiduro cubierto con una colcha blanca
rellena de borra. En la cama no se hace nada más que dormir... o no dormir. Intento
no pensar demasiado. Como el resto de las cosas, el pensamiento tiene que estar racionado. Hay muchos que no soportan pensar. Pensar puede perjudicar tus posibilidades, y yo tengo la intención de resistir. Sé porqué el cuadro de los lirios azules no tiene cristal, y porqué la ventana sólo se abre parcialmente, y por qué el cristal de la ventana es inastillable. Lo que temen no es que nos escapemos –al fin y al cabo no llegaríamos muy lejos— sino esas otras salidas, las que puedes abrir en tu interior si tienes una mente aguda.<<

En la figura de Defred se verá reflejada la opresión, angustia y mansedumbre. Cuando en primera persona nos relate todo, y transmita un aire anubarrado de resignación entremezclada con leve esperanza, como el rubor que resalta en unas mejillas efímeramente.
En un relato espeluznante, nostálgico, atribulado e incluso enternecedor. Desvelando su entorno palmo a palmo, sin dejar de un lado nada.
Desde describir al régimen totalitario de Gilead, y su mano férrea hacía la mujer, controlando su alimentación, vestimenta e incluso su actividad sexual; El trato para con la mujer, en el cual es empleado su cuerpo solo para engendrar; el entorno déspota en que cadáveres son mostrados como avisos para mantener el miedo.

Mientras avanza el relato, mayor será la impresión que dejará la protagonista, al no omitir detalles sus reflexiones se tornan como una nube gris en la que por instantes se avistan leves rastros de luz a la distancia; sus recuerdos y vivencias calan hondo por su explicites y contundencia. Tales como la relación con una amiga, las vejaciones a las que se verá obligada hacer y la permanente imagen mental de sus seres mas amados.

>> De vez en cuando vislumbro sus rostros en medio de la oscuridad, parpadeando como imágenes de santos en antiguas catedrales extranjeras, a la luz de las velas vacilantes; unas velas encendidas para rezar de rodillas, con la frente contra la barandilla de madera, esperando una respuesta. Puedo conjurarlos, pero sólo son espejismos, no perduran. ¿Puedo ser censurada por desear un cuerpo verdadero para rodearlo con mis brazos? Sin él también yo soy incorpórea. Puedo oír mis propios latidos contra los muelles del colchón, acariciarme bajo las secas sábanas blancas, en la oscuridad, pero yo también estoy seca, blanca, pétrea, granulosa; es como si deslizara la mano sobre un plato de arroz; como la nieve. En esto hay cierta dosis de muerte, de abandono. Soy como una habitación en la que una vez ocurrieron cosas pero en la que ya no sucede nada, salvo el polen de las hierbas que crecen al otro lado de la ventana, que se esparce por el suelo como el polvo.<<

Una especie de diario ínfimo en que  se desencadenan sentimientos y emociones al unísono, al tiempo que convergen situaciones atroces y deplorables.

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