Relato VII: Mininos

 


He llegado al mundo. Lo sé porque hace solo instantes recorría el útero de mi
mamá
. Luego sentí sus lamidas, ella ya vacía de nosotros. Mi hermano y yo no dejamos de emitir sonidos desde que nacimos.
Llanto, seguramente por la falta del conocido calor materno que dejamos de sentir hace escasos minutos. Ahora la falta de aire nos impide respirar. Palpo mi alrededor pero solo está mi hermano. No hay mas nada.

Por breves segundos tengo la sensación de estar volando. Lo siguiente es un golpe debajo de mi, que es aplacado por el lugar donde caímos. Luchamos por salir de donde nos habían encerrado, pero al carecer de visión, se me dificultaba el movimiento, pues me movía a tientas. Finalmente logramos penetrar el exterior. Nuestras pequeñas garras habían logrado rasgar la bolsa plástica que nos aprisionaba. A continuación el fétido olor a desperdicios, podredumbre y ácido nos envolvió. ¿
Mamá
donde estás?

Llega la mañana. La luz aparece. Pronto la temperatura asciende y el sofoco aumenta el hambre. ¿
Mamá
donde estás?
Siento como algo enorme nos cae encima. Cubriéndonos por completo. ¿Qué es?
Mi hermano sigue llorando.

No sé como. . pero logramos ascender nuevamente a alguna superficie. Ahora estamos cubiertos no solo de placenta y fluido amniótico si no también de restos del vertedero donde nos hallamos. Ahora me uno al doloroso llanto de mi hermano. El calor nos ahoga y las moscas revolotean cerca posándose algunas sobre nosotros. Yo solo puedo oír y sentir. En algunos días abriré los ojos. Para entonces espero hayamos regresado con
mamá
.

Las horas pasan. El ahogo es aun mayor. Mi hermano pasó de un llanto agudo -era llanto- a quejidos casi imperceptibles hasta para mi. ¿Seguirá con vida? De pronto oigo una voz: ---------- ¿Qué será? ¿Qué es michi?

Mis pocas energías obedecen al instinto de la vida y emerjo del escondrijo que me guardaba del sol. Y lloro tan fuerte como me es posible.
Lo siguiente son atenciones. Nos cargan. Nos resguardan. Nos alimentan. Después nos cuidan. Nos consienten y nos hablan. Pero extraño a
mamá
.
Mi hermano debe sentir lo mismo. Su llanto persiste.

La atención perdura. Nos albergan durante días. Nos alimentan. Pero extrañamos a
mamá
. Nuestro llanto no cesa.

Finalmente puedo ver. Me encuentro rodeado de una claridad que se extiende mas allá de mi perspectiva. . Claridad rodeada de nubes. Junto a mi, está mi hermano. Hemos dejado de llorar. Hemos encontrado a
mamá.

Comentarios

  1. Que bonito es este escrito. Realmente se me ha puesto la piel de gallina desde la primera línea. Me ha gustado mucho. :)

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, tal vez lo vívido del mismo es debido a que fue inspirado en una experiencia personal que quise retratar literalmente. me alegra que te gustara.

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Cormac Mccarthy: crudeza, desesperanza, maldad y reflexión

Reseña: las intermitencias de la muerte, de José Saramago

Reseña: Final del juego, de Julio Cortázar