Relato X: Compadres

 


-¿Compadre, recuerda esa vez que por poco terminamos hechos carne molida por escupirle a aquel político?

-Por supuesto, eso no se olvida, ojalá pudiera como la mayoría olvida en éste país.

-Cierto, en éste país le paran mas bolas a la novela de la noche,  mientras los ricos roban y roban.

-No pudiste decirlo mejor compadre. Pero, ¿por qué crees que hubiésemos terminado así?

-¿Cómo, cómo carne molida?

-Si.

-Pues cómo no? si a jóvenes inocentes los mataban, disfrazaban y hacían pasar por guerrilleros muertos en combate. ¿Qué nos podía esperar a nosotros capaces de dejarle un gargajo en el rostro?

-Es cierto, pero te siento muy seguro. Si, ha pasado tiempo pero no tanto como para sentirse a salvo.

-¿Seis meses no te parece mucho?

-Tratándose de un sujeto que tiene a sus pies todo un país, solo muerto no le daría importancia.

-¿Cómo? pero si ya estando muerto obviamente no sentirías nada, compadre.

-Tu lo has dicho, muerto no sentiría nada. Pero sigo respirando, así que no, no me siento a salvo.

Uno de los hombres se levantó, estiró los brazos y se dirigió hacía el puesto de periódicos para comprar el ejemplar matutino.
De regreso donde su compañero el semblante de éste otro había cambiado, esta vez se tornaba pálido.

-¿Qué ocurre? cualquiera diría que viste al diablo encuero, compadre.

-Acabo de recordar que el día de ayer mi mujer me reclamó por dinero. Si me matan, ¿qué será de ella y mis chamacos?

-Relájate, quítate esas ideas locas de la cabeza y sigue tu vida como hasta ahora.
Si hay alguien con la soga al cuello soy yo.

-Pero compadre yo estaba contigo, ambos huimos del lugar tras lo sucedido. Soy cómplice.

-No hay nada que temer. Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.

-Guao compadre, que palabras.

El resto de la tarde ambos hombres se dedicaron a terminar su juego de dominó. Al atardecer se despidieron, partiendo cada uno a su casa.

                                               
                                                 
                                                  *


-Señor ya ha oscurecido, se siente bien?

-¿Eh, dónde estoy, qué hora es?

-Es el parque municipal, son las siete de la noche.

-Oh, ya recordé, gracias por despertarme.

-No hay problema, bueno, que pase buenas noches.

El hombre sentado en la banca del parque suspiró hondamente y un sollozo emergió de su ser. Un poste de luz permitía dilucidar todo, un rostro invadido del mas absoluto terror, los ojos hinchados de tanto llorar, su cuerpo le temblaba y la frente le teñía de sudor.
Una de sus manos se posaba sobre una página del periódico de ese día, en ésta se leía la noticia:

"EN HECHOS CONFUSOS APARECE CUERPO SIN VIDA DE HOMBRE ACUSADO DE ESCUPIR A UN MANDATARIO.
DESCUARTIZADO Y HALLADO EN UN RIO."

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